Los trinitarios –hombres y mujeres– siguen abriendo caminos de redención, carismáticos y proféticos; en los últimos años, sus opciones institucionales se dirigen a las personas que más sufren la intolerancia y la exclusión, tanto en la sociedad como dentro de la misma Iglesia, y cuentan con una tradición y unos medios que, a partir de la experiencia de Dios como Trinidad, trasladan cerca de donde se juega la vida, la misericordia y la justicia, como signos claros de la presencia de Dios.Sin embargo, no es posible adentrarse en esos espacios de liberación sin un pensamiento teol
Los trinitarios –hombres y mujeres– siguen abriendo caminos de redención, carismáticos y proféticos; en los últimos años, sus opciones institucionales se dirigen a las personas que más sufren la intolerancia y la exclusión, tanto en la sociedad como dentro de la misma Iglesia, y cuentan con una tradición y unos medios que, a partir de la experiencia de Dios como Trinidad, trasladan cerca de donde se juega la vida, la misericordia y la justicia, como signos claros de la presencia de Dios.Sin embargo, no es posible adentrarse en esos espacios de liberación sin un pensamiento teol